miércoles, 4 de junio de 2014

Vergüenza de Colombiano

Por Hubert Ballesteros
¿Cómo podría un gobierno, que defendió a capa y espada el TLC, el estatuto de desarrollo rural (declarado inexequible por la corte constitucional), se opuso a la ley de reparación de víctimas y restitución de tierras, ser entonces  garantía de solución para los problemas del campesinado?
Da vergüenza ajena como colombiano que soy, escuchar y ver con que bajeza se viene adelantando la campaña política presidencial en nuestro país; Parece más el enfrentamiento de dos capos, que de dos líderes políticos que aspiran a conducir el destino de Colombia.
Qué tristeza, la falta de vergüenza de algunos candidatos; y la falta de memoria de muchos colombianos.


No se la cree uno, escuchando  al candidato del "centro democrático" Oscar Iván Zuluaga, hablar de temas de salud, cuando fue  su mentor, patrón o protector, quien presentó y defendió la Ley 100 en el congreso. Decir, que aumentará el salario mínimo el 10% el primer año,  olvida deliberadamente, que fueron ellos, quienes eliminaron las horas extras y decretaron el salario mínimo siempre, por debajo de la inflación real
Habla, sin mayor convencimiento,  de vivienda, copiando la propuesta de Lula, vendida por su asesor brasilero. De generación de empleo, solución a los problemas del campo, cuando impulsaron el TLC con los EEUU. Incluso, si no fuera por la resistencia popular;  esa que persiguieron con falsos positivos y detenciones masivas, habríamos tenido un  Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) patrocinada y Promovida por ellos.
!No es posible, que tengamos tan poca memoria!
Aquí se cumple verdaderamente el Adagio, de que, "un pueblo que desconoce su historia, está condenado a repetirla".
¿Cómo podría un gobierno, que defendió a capa y espada el TLC, el estatuto de desarrollo rural                 (declarado inexequible por la corte constitucional), se opuso a la ley de reparación de víctimas y restitución de tierras, ser entonces  garantía de solución para los problemas del campesinado?
Por supuesto que no lo es. ¿Qué decir de otros candidatos?
Todos sabemos, que el presidente candidato, está interesado en la paz, como la mayoría de los colombianos. Pero también sabemos, que la paz que busca, es la que signifique la menor pérdida de privilegios a la clase dominante, que sus motivaciones son más  económicas que humanistas o democráticas. Qué sus diferencias con Uribe, son más de forma que de fondo, porque en lo fundamental están de acuerdo.
Uribe y su familia como advenedizos a la oligarquía colombiana y Santos como heredero de ella, defienden los mismos intereses de clase. Marta Lucía y Peñaloza, tratando de pescar  en el río revuelto de las mutuas acusaciones y escándalos de los candidatos Santos y Zuluaga, no alcanzan a despertar el entusiasmo de los colombianos.
La primera, porque no puede, y ni siquiera intenta disimular sus afectos y coincidencias políticas con el centro democrático y el mesías Uribe. El segundo, porque aún en su propio partido, Alianza Verde, tiene contradictores que consideran que no representa el ideario de parte de ellos, y creen que sus planteamientos en lo económico, son abiertamente neoliberales y coincidentes con el Uribismo.
Por los lados de la izquierda y los sectores democráticos, las posiciones están divididas entre la candidatura de Clara-Aida y el voto en blanco.
Lastimosamente, esta vez como en tantas otras,  no fue posible que la oposición en Colombia logrará converger en una candidatura unitaria, alternativa y con posibilidades de disputarle por la vía de los votos el poder a la oligarquía. No se puede negar, que la paz es el tema y el punto más importante de la coyuntura.
De un lado, tenemos un país que casi unánimemente está esperanzado en que esta vez sí se logre un acuerdo, que ponga fin al conflicto social armado,  que afecta nuestro país desde hace más de medio siglo.
Entre los  candidatos, encontramos uno que se opone a ella, y pretende seguir siendo parte de los señores de la guerra;  otros que aspiran a ella, pero viéndola con distintos crismas. La paz con justicia social, los cambios en el modelo económico y el sistema político, refrendados por  una asamblea. Constituyente, son el camino para una paz, real, estable y duradera.
Ese es el querer del pueblo, es ese y no otro el clamor popular. El pueblo es el constituyente primario, el pueblo es el soberano, ojalá y así lo entienda la clase política de este país.
Hubert Ballesteros
Prisionero político del régimen ilegítimo colombiano.

Bogotá mayo 9 de 2014.